miércoles, 29 de junio de 2016

Feliz día del orgullo (con retraso)



Ni las bombas, ni las balas, ni la represión, ni las leyes, ni la discriminación, ni la tortura… ningún acto de homofobia duele tanto como un corazón roto por amor.

Por eso es amor, y por eso deberíais respetarlo.

Feliz día, y feliz orgullo. A los que estáis orgullosos de ser quienes sois; a quienes querríais ser pero no os atrevéis; a quienes seréis y aún no lo sabéis; a quienes criáis a los que aún no tienen claro quiénes son. Sobre todo a ellos, dejémosle un mundo en el que puedan ser. Y enseñémosles que lo único imprescindible en la vida es poder SER UNO MISMO EN CUALQUIER PARTE.

Corazones rotos, sí, pero LIBRES. Y muy orgullosos también. 

(Y sí, el día del orgullo gay fue ayer, pero da igual, debería ser eterno)

lunes, 27 de junio de 2016

Recuerdos



Esa idea brillante de Facebook de ponernos en la cara nuestros “recuerdos”. Lo que hiciste tal día como hoy hace un año, dos, tres… lo que hacías, con quién lo hacías, dónde estabas. Y también, cómo estabas.

Eso tiene su gracia (a veces). Aunque quizá también resulte una broma pesada. Un atentado contra nuestro derecho a olvidar. 

Hay días que Facebook se cachondea y te recuerda cosas que no van a volver; viajes, momentos e incluso personas. Pero también hay días que te recuerda que todo pasa. Y que eso incluye también el dolor, los días tristes y las rachas oscuras.

Hoy, precisamente, me ha recordado una publicación de hace nada menos que cuatro años. Era una canción de Shakira, titulada “No”. Y decía cosas así

Voy a pedirte que no vuelvas más
Siento que me dueles todavía aquí,
Adentro

Y que a tu edad sepas bien lo que es
Romperle el corazón a alguien así

No se puede vivir con tanto veneno,
La esperanza que me da tu amor
No me la dió más nadie,
Te juro, no miento

No se puede vivir con tanto veneno
No se puede dedicar el alma
A acumular intentos
Pesa más la rabia que el cemento.


El título ya dice mucho de aquél momento. No. Y eso significa muchas cosas.  La letra también, es clara. De no ser por Facebook, seguramente hoy no habría sido consciente de que tal día como hoy, hace cuatro años, algo me dolía tanto que casi no podía respirar.

Y a lo mejor recordar eso no es bonito. Pero gracias a eso hoy sé que todo pasa. Hoy, la canción que describiría cómo me siento no sería esa, desde luego. Y eso es lo que cuenta. Que las cosas cambian, la vida da vueltas. Te quita y te da. Te lleva y te trae. Te sube y te baja.

A mí me gusta recordar, en general. No suelo tener miedo a fotos, canciones e instantes de mi pasado. Ni a los más amargos. Porque al final, solo es eso, pasado. Porque no quiero olvidar de dónde vengo, ni por dónde he pasado; ni por quiénes. 

Y porque me gusta sentir que gané. Que me recompuse, que aprendí. 

Y quizá tenía que tener tantos días como aquél, para tener ahora otros como los que estoy teniendo. Para volver a disfrutar tanto de paseos, de canciones, de conversaciones. De personas. 

Y lo mejor de recordar que un día se nos rompió el corazón, es ver que somos capaces de volver a arriesgarlo. De volver a ilusionarnos a pesar de cada desilusión. De seguir creyendo en los buenos a pesar de tantos malos. 

Que la vida no se acaba en una caída (ni en mil), ni el amor, ni los sueños. Que siempre hay más y siempre podemos más. Y si facebook tuviera también la opción de ver el futuro, puede que un día como hoy dentro de cuatro años vuelva a sentirme muy “No”. Pero eso no cambiaría que hoy me sienta muy “Sí”. 

Porque la verdad es que hoy, a pesar de todo, siento que sí.

domingo, 19 de junio de 2016

Quequierodecirtealgoynosécómodecírtelo.



Quiero decirte algo.

Y a lo mejor debería pararme ahí. Porque a veces una no sabe qué es lo mejor. O lo menos malo.

Tampoco sé cómo decírtelo. 

Cómo decirte que cada vez que te respiro tengo ganas de más. Que cuando te escucho me sonríe el corazón. Y aprendo tanto.

Cómo decirte que sé que eres tú, porque cuando te vas quiero escribir(lo). Porque me acuerdo de ti cuando leo cosas bonitas. Y cuando no leo nada, también.

Que me imagino contigo días, noches, playas y atardeceres. Y risas, y viajes. Me imagino contigo todas las cosas que miraríamos distintas pero sentiríamos iguales. 

No sé cómo te diría que me has enseñado que vale la pena. Que te has puesto delante y en lugar de taparme las vistas, me has abierto los ojos. Que iluminas.

Hay muchas cosas que no sabría cómo decirte, aunque seguramente no sería tan difícil. Encontraría la forma. Pero hay cosas que no sé si debería decirte, si querrías saber. 

Pero joder, QUIERO DECIRTE ALGO.

jueves, 9 de junio de 2016

QUERERSE MÁS.



Quererse mucho no siempre es sólo quererse mucho. A veces son otras cosas. Y para saber cuánto se quiere, no sólo hay que decir cuánto se quiere.

Quererse mucho, es verdaderamente quererse mucho cuando no importa cuánto, porque la cantidad no es lo imprescindible, ni lo que lo explica. No es mucho o poco, porque es más, porque está por encima.

Querer a veces también es encontrarse, a través de los años, de los kilómetros y de los caminos. Es saber volver sin retroceder. Reaparecer sin destruir. 

Querer es perdonar (o al menos estar dispuesta a intentarlo). Es dar la oportunidad, es mantener una fe inquebrantable en la parte buena de las personas.

Querer es asumir, afrontar y pelear lo malo. Es abrir brechas para cerrar heridas.

Querer es poder y querer ser quien eres, y dejar ser. Todo el tiempo, sin excepciones, sin condiciones. 

Querer es sentir que un abrazo es la solución final. Es ser la paz de alguien; el lugar donde respirar.

Es un “menos mal”.

Es cuidar y dejar que te cuiden. Es saber que estás y que estarán. Es reciprocidad, estar al mismo nivel, entregar y recibir. Y entender. Entender cómo y cuánto. Entender qué y por qué.

Y quererse, a veces, es querer que pase. Es querer intentarlo. Es ser en lo bueno y en lo malo. 

Y decirlo. Querer de verdad también es decirlo. No lo olvidéis.

domingo, 5 de junio de 2016

Hay días (o personas)



No sé cuántas veces me he puesto delante de esta página en blanco. Cuántas veces he cerrado sin escribir ni una palabra. Porque no me salen. Porque no lo sé. 

Porque no sé si es a ti o a quién, ni sé qué. Ni cómo decirlo.

Hay días (bueno, en realidad son personas, no los días) que te pasan como un huracán. Y aunque a veces creo que soy un videojuego del que he superado todos los niveles, hay días (o personas) que me demuestran que no. Que el juego no termina nunca, que los niveles son infinitos y que incluso a veces despierto diez niveles más abajo que cuando me dormí. O eso me parece. Pero no, en realidad no.

Hoy sé que he superado el nivel infinito del perdón. Aunque ya lo imaginaba. 

Y, creo, he superado el nivel de volver a creer. O puede que ese aún esté en mitad de la partida. Pero he recuperado las vidas suficientes para conseguirlo. Y eso también ha sido en uno de esos días. O en una persona. 

No lo sé. 

O sí.