martes, 8 de marzo de 2016

DOMESTICAR



- No – dijo el principito. – Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"?
- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."
- ¿Crear lazos?
- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...
- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música. Y además, mira ! Ves, allá lejos, los campos de trigo ? Yo no como pan. El trigo para mí es inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada. Y eso es triste ! Pero tú tienes cabellos color de oro. Entonces será maravilloso cuando me hayas domesticado ! El trigo, que es dorado, me hará recordarte. Y me agradará el ruido del viento en el trigo...
- Qué hay que hacer ? – dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos. “


Es mi parte preferida del Principito, desde la primera vez que lo leí, hace ya unos cuantos años. Lo es, no sólo porque es realmente bonita, sino porque siempre me hace pensar en la misma persona.
Compartir con alguien el significado más puro de la palabra “domesticar” es una de las cosas más bonitas que a alguien le puede pasar en toda su vida. Y esa es una de las grandes razones por las que me siento afortunada.
Da igual ser zorro, rosa o Principito; lo imprescindible es crear lazos. Y mantenerlos, porque uno es responsable para siempre de lo que ha domesticado.
Gracias por ser diferente a las otras cien mil. Por ser única en el mundo y hacerme sentir única en el mundo.
Porque gracias a que tú existes, conozco otras dimensiones del amor, de la amistad. Conozco la paciencia más infinita. Y la confianza más plena. La sensación de que te seguiría a cualquier parte, porque aunque fuese cuesta arriba me sentiría feliz.
Gracias a que existes conozco la felicidad de una forma única en el mundo, la calma y la tranquilidad siempre que estás cerca. A veces incluso estando lejos.



“- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo. “

domingo, 6 de marzo de 2016

HOY



Las visitas y las conversaciones trascendentales de cualquier domingo, sirven para muchas cosas. Para entender que en el mundo siempre hay dos caras. Que hay personas que no merecen lágrimas, sonrisas ni amor; que por desgracia a veces parece que son mayoría. Pero que aún hay personas que sí. Que aún hay esperanza; que aún podemos salvar el mundo y acabar con los malos. 

Cerrar puertas a quienes hacen daño y abrir ojos a quienes hacen el mundo mejor, debería ser un deber, una obligación, de todos cada día.

Hay días, como hoy, que aún creo en las personas extraordinarias; que existen, que están en cualquier parte y hay que estar siempre atento, por si te las cruzas. Y agarrarlas fuerte y entregarte más fuerte todavía. Porque con esas sí, merece la pena.

Menos mal que a veces la misma moneda te regala sus dos caras. Que del dolor se puede sacar alguna alegría, que no hay mal que por bien no venga. “Que la misma luz que te ciega, guiará cada uno de tus pasos”…

Menos mal que hay personas que al irse no solo arrasan sino que dejan a otras personas que te ayudan a recomponerte y continuar.

Menos mal.