martes, 16 de febrero de 2016

Me he acordado de ti.



Me he acordado de ti. Y he pensado por qué me acuerdo de ti. 

Me acuerdo de ti cuando necesito respirar. Porque siempre que pienso en ti, te recuerdo así, como un soplo de aire fresco.

Creo que si tuviera que definirte, sería así. Eso es lo que más recuerdo de cada vez que me he encontrado contigo. Cada vez que llegas, desde el primer día. 

Has sido oxígeno. Has sido una sonrisa entre muchas lágrimas. Una vía de escape. El despertar de algunos sentidos cuando estaban dormidos. Las mariposas que no recordaba. La sensación que creía que no volvería a tener.

Y eso me gusta. Me gusta cómo me sonríe el corazón cuando sé que voy a verte. Cuando camino entre la gente sabiendo que tú estás ahí, que al girar la cabeza en cualquier momento me voy a encontrar con tus ojos. 

Por eso me sigo acordando de ti, y por eso me gusta seguir viéndote. Porque aún necesito respirarte a veces.
Ahora, por ejemplo.

“En la galaxia que tú y yo inventamos,
En esas noches de choques de estrellas…
En nuestros cuerpos de amor planetario…”

martes, 2 de febrero de 2016

Un súperpoder.



Seguro que más de una vez todos os habéis imaginado cómo sería tener un súperpoder. Yo también.
Si tuviera que elegir, tendría dudas, quizá… la invisibilidad, poder teletransportarme… leer la mente de los demás. 

No sé, llegado el momento de tener que elegir uno, con cuál me quedaría. Pero hay días, como hoy, que tengo claro qué súperpoder elegiría de entre todos. Sin dudarlo.

Si hoy pudiera elegir, si dependiera de mí, escogería que, durante al menos un minuto, pudiéramos vernos con los ojos de otros. Vernos como otros nos ven. Estoy segura de que curaría más almas que cualquier otra medicina del mundo.

Me gustaría que algunas personas pudieran verse a sí mismas a través de mis ojos, o de mi corazón, porque como dice el Principito, “sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”. 

Me gustaría que te vieras como te veo yo. Y te aseguro que no necesitarías más de un minuto para entender que eres extraordinaria. Para saber que mereces cosas tan o más bonitas de lo que ya eres tú, si es que eso fuera posible. Porque eres jodidamente maravillosa y deberías tenerlo tan claro que nunca, nada, nadie en el mundo, te hiciera dudarlo ni por un instante. 

Así que si hoy pudiera decidir, dejaría que te mirases en mi alma y disfrutases, durante un rato, de lo que disfruto yo cada vez que te miro y cada vez que recuerdo lo afortunada que soy por tenerte en mi vida. Y ojalá eso te diera la fuerza suficiente para despertarte mañana y seguir mirándote con tus ojos, pero viendo lo mismo que yo. 
 
Y así todos, durante un ratico de vez en cuando, cada vez que nos olvidemos de vernos como nos ven los que nos quieren; que es como de verdad somos.