jueves, 10 de mayo de 2018

Matemáticas


Todo en la vida son matemáticas. Todo puede traducirse a números, todo suma, resta, divide o multiplica. Las teorías, los teoremas, los sistemas… todo podemos reflejarlo en cualquier cosa. Incluso en las personas.

Somos matemáticas. Somos cifras, positivas o negativas. Sumamos y restamos. Multiplicamos o dividimos. Así que cuando hay dudas, siempre podemos “echar cuentas”. 

Por ejemplo:
Un abrazo recibido: + 10.
Un abrazo dado: - 5.
Un abrazo mutuo, por lo tanto: +5.
Que te hagan reír: +10.
Que te hagan reír a carcajadas: +20.
Hacer reír no resta, ¿no?

Y así podríamos darle un valor a cada cosa, cada detalle. Cosas que suman (los “avísame cuando llegues”, los “buenos días”, compartir tu canción preferida…) y cosas que restan (cada vez que lloras, cada vez que dudas, cada canción estropeada porque te recuerda a ella…) Y cuando tengamos dudas de si esa persona merece la pena o no, podemos hacer cuentas. Lo básico, sumas lo bueno y le restas lo malo, y si el resultado es negativo, o poco positivo, sabes que tienes que irte. 

Si traduces a las personas a números descubres que las hay que sólo restan, te quitan sin parar y nunca te dan. Las hay que dan y quitan y que por tanto el resultado casi siempre es cero, un cero que a veces compensa y otras no. Hay otras que siempre suman y luego ya hay unas que además, multiplican.

Si echas cuentas te sorprendes de lo fácil que es saber quién sí y quién no. Y seguramente los resultados a veces no te gustan, pero las matemáticas son exactas, nunca fallan. Así que quizá deberíamos empezar a confiarles ciertas decisiones.

Lo malo es que ahora sé que si te traduzco a números, la cuenta siempre me sale a pagar. Que desde que estás, siempre debo. Mi saldo siempre es negativo y por más que doy, por más que intento, nunca remonto el cero. Y si me lo dicen las matemáticas, ellas deben estar en lo cierto. 

Los números no fallan porque no te ven, nunca te han sentido, nunca te han mirado a los ojos. No se equivocan porque son objetivos, imparciales y realistas. 

Las matemáticas me dicen que tenga cuidado contigo, porque estoy peligrosamente tendiendo a menos infinito. Porque si me descuido y sigo restando, a lo mejor nunca vuelvo a ser suma.