lunes, 25 de noviembre de 2019

25N


Dice Manuel Carrasco en una canción dedicada a su hija:

“Y llevarás la injusticia
De las mujeres del mundo
Y te tendrás que hacer fuerte
Más fuerte, más fuerte
Más fuerte que el mar.
Y se me clava en el pecho
Esta pasión desmedida
Y solo quiero que pase
Que pase, que pase
Y poder respirar”


Eso es lo que sentimos todas y todos los que somos conscientes de la situación. De quienes sabemos (y no dudamos) que no exageramos, que no inventamos, que es una realidad. La injusticia por defecto, el miedo, la angustia, la impotencia. El móvil en la mano, las llaves preparadas, el corazón en un puño. La resignación y la idea asimilada de que un día puedes ser tú. 

Así lo sentimos nosotras y así lo sienten ellos por sus hijas, por sus hermanas, por sus mujeres. Los que saben que no exageramos, que no inventamos. Los que saben, aceptan y asumen que esta es una realidad y que hay que cambiarla. 

Porque afortunadamente no todos son iguales, pero ojo, una cosa os voy a decir, algo os une a todos y, desgraciadamente, os hace iguales. Sí, TODOS SOIS IGUALES, en la oscuridad, en un callejón, de madrugada volviendo a casa, en manada en una discoteca. 

Incluso los buenos, los que estáis de nuestra parte, SOIS IGUALES para una mujer que se cruza con vosotros una noche en un callejón vacío. Incluso mis hermanos, mis primos, mis amigos, los maridos de mis amigas… TODOS, en algún momento, en algún lugar, han asustado a una chica solo porque son hombres. 

Porque son tantos, porque son tantas las muertas, las violadas, las maltratadas, las abusadas, las acosadas… son tantísimas que la pura estadística, la conciencia, la razón, la lógica nos dice que cuando nos cruzamos con un hombre por la calle solas, hay muchas probabilidades de que algo malo nos pase. Que se active el miedo, que estemos en alerta, que el corazón se dispare, que el cuerpo nos pida correr. 

Que un hombre, por su condición de hombre, nos dé miedo, no es nuestra culpa. Es de ellos, de los que sí asustan, de los que matan, violan, maltratan o acosan; y de los que les dan alas. De los que dicen que exageramos, de los que nos quieren menos protegidas, de los que nos cuestionan, de los que justifican (que si la ropa, que si el alcohol, que si las horas…) 

Así que en esto deberíamos estar todos a una, codo con codo. Asumir la realidad y pelear por cambiarla.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Sin respeto


Desde hace unos días me invade una sensación de pena, de tristeza, de rabia. Yo ya sabía que la sociedad en la que vivimos ahora mismo está llena de odio, pero verlo tan claro como lo vi el domingo en los resultados me rompió el corazón en mil pedazos. Ya no digo decepción, hartazgo, cansancio (que ya existían); digo DOLOR. 

Dolor de ver cuantísima gente de la que me rodea (espero que no en mi círculo más íntimo pero al fin y al cabo, me rodea) da alas a un partido que considera que no soy digna de ser, simplemente. Que considera que mi amor vale menos que el suyo, que no tengo derecho a formar mi propia familia. Que mi mujer no será realmente mi mujer (como mucho será mi “amiga”, mi “compañera”… já!) ni nos podremos considerar matrimonio; que nuestrx hijx no será normal, ni natural, ni feliz. Que nos señalarán, nos perseguirán, nos menospreciarán y siempre, siempre, siempre, sentirán que somos MENOS PERSONAS que ellos.

Y no lo entiendo. No solo esta cuestión que me afecta directamente, ojo. Tampoco entiendo que os creáis las historias que se montan para llegar a la conclusión de que hay que “echar a los negros” porque son malos y nos quitan cosas. Os dicen que la culpa la tienen los de fuera y que hay que echarlos y/o no dejarles entrar Y OS LO CREÉIS.

¿Y lo de la violencia de género? MADRE MÍA LO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. QUE HAY QUE PROTEGER A LOS HOMBRES dicen. Poner más trabas a las mujeres por si no tienen ya bastantes. Por si no hay ya bastantes muertas, maltratadas, violadas… vamos a darles más facilidades a los machotes. Os dicen que las verdaderas víctimas de esta mierda son los hombres Y OS LO CREÉIS. 

Y las pensiones, y los impuestos, y los toros, y Cataluña… 

En ESO os quedáis. No sé si es más triste pensar que habéis votado a VOX por las cuatro ideas básicas que os han metido en la cabeza como la de los inmigrantes, la de las denuncias falsas, que los catalanes no se independicen porque VIVA ESPAÑA… no sé si es más triste pensar que sois ignorantes o que simplemente tenéis dentro un Nazi. Pero ninguna de las opciones se merece mi respeto.

Nunca en mi vida he entendido ni compartido las ideas de la derecha, pero nunca en mi vida he negado mi respeto (ni aprecio o amistad) a ninguna persona por la papeleta que haya decidido echar en el sobre, HASTA HOY. Porque ya está bien. Porque no quedan excusas, justificaciones ni razones para que, en el 2019, aún le demos cabida al fascismo. Ni una pizca de racismo, de xenofobia, de homofobia, de machismo; debería tolerarse y mucho menos respetarse ya. Y queráis verlo o no, es lo que sois. Asquerosamente racistas, homófobos y machistas. Y queréis acabar con todos los colectivos que consideráis inferiores. Queréis una España sin inmigrantes, sin homosexuales, sin pobres, sin clase obrera, sin mujeres empoderadas, libres y fuertes…

Echad un vistazo a algún libro de historia, o poneros alguna peli si no sois muy de leer, a ver si os suena de algo todo aquello de Alemania, de un tal Hitler, de Franco, del Nazismo… en fin, todas esas cosas que parece que no habéis estudiado nunca.

Cualquier persona que haya echado en su sobre la papeleta del odio ha contribuido a que yo sea menos, a que me sienta menos libre y menos segura de ir caminando de la mano de mi chica; o caminando, simplemente, porque soy mujer. Ha contribuido a que se me nieguen derechos y libertades. A que tenga menos derechos como trabajadora, menos oportunidades y menos posibilidades. 

Y no solo por los que se me niegan a mí sino porque empatizo absolutamente con el resto de personas a las que afecta vuestro odio, os digo, desde lo más profundo de mi corazón (roto y triste) que no os tengo ningún respeto.

Si alguien de mi alrededor se ve reflejadx, si te sientes decepcionadx con mis palabras, con mis sentimientos y te ofendo con mi opinión, también que sepas que esto no va a cambiar, que mis ideales seguirán siendo estos y lo que opino de ti se puede decir más alto pero no más claro.

Que la puerta está abierta y que adiós, bye bye, chao, que te vaya bien y hasta luegui.
Con todo mi amor de mujer, lesbiana, pobre y roja.

viernes, 13 de septiembre de 2019

Gota fría


A grandes rasgos, la gota fría es el resultado de un frente de aire polar frío que avanza lentamente y que, al chocar con el aire más cálido y húmedo, genera fuertes y dañinas tormentas.

Eso dice la Wikipedia. Yo creo que es como si el verano que estaba yéndose se hubiera encontrado de frente y de pronto con el otoño que venía. Como cuando abres una puerta para salir justo cuando alguien entraba. Cuando coincides, en espacio y tiempo. En el mismo instante, ni un segundo antes ni uno después. 

También creo que la gota fría (además de un fenómeno atmosférico), como tantas otras cosas, viene para enseñarnos. Que basta con una coincidencia, con que se den momento y lugar exactos, para que algo nos arrase. Que una tormenta no avisa, llega y te inunda. Y que, aunque creas que empieza a aflojar, siempre puede volver más fuerte. Que a lo mejor es que el planeta está muy cabreado y necesita sacar su ira. Puede que incluso esté representando lo que hoy tengo yo dentro. O tú. O todos.
Que las riadas salen de repente y que nunca debes subestimar su fuerza. Que si te pasas de list@ y te arriesgas innecesariamente, te va a llevar. Hasta donde quiera. Y a lo mejor no puedes volver.

Pero sobretodo, yo creo que las gotas frías (como todos los desastres) solo vienen a recordarnos lo importante que es disfrutar el verano por si el otoño te sorprende cuando no te lo esperas. Que las tormentas que vienen de fuera ya destruyen suficiente como para llovernos también por dentro. Que es mejor ser lugar seguro y en calma para que puedas venir a refugiarte, que ser lugar tormentoso del que quieras huir.

Las riadas que arrastran todo a su paso son la forma que tiene la vida de recordarnos la suerte que teníamos antes de que todo se fuese con la corriente. 

Que tenía el sueño en mis manos, las mismas manos con las que ahora solo me queda escribir(te). La suerte de mi vida, las mariposas y esa marca de sol en la cadera. Que tenía el verano siempre en casa, el calor, el refugio y la calma. Y ahora solo tengo gota fría. Fuera y dentro.