domingo, 24 de enero de 2016

Antes de ti.



Estaba escuchando una canción que me ha recordado a una época de mi vida. Hace unos años, antes de que existieras. 

He pensado en eso, en cómo era yo antes de ti. Cómo recuerdo el mundo, mi mundo, antes de que pasaras. Pocas veces lo hago. Apenas consigo recordar demasiado; parece que hubieran pasado cientos de años. El tiempo es así de relativo, y según dónde mires, parece que han pasado minutos, meses o mil años.

Si me miro en los viajes, en las fotos, en los conciertos… sé que mi vida es mucho más larga antes que después de ti. Y aún así, parece que nada hubiera existido hasta entonces. 

Cuando me miro el alma, los años se hacen largos contigo. Y creo que antes no existía. Nada contaba, nada era. Yo no era. 

Como si las canciones no hubiesen sido escritas antes de que nos conociéramos, como si el mar no estuviera ahí mucho antes que todo. Como si todo, absolutamente todo, no existiera antes y siguiera existiendo después y a pesar de ti. 

Qué locura.

El tiempo que pasa en el mundo no es el tiempo que pasa en lo más profundo de cada ser. Ahí dentro no hay calendarios. Aunque, a veces sí, casualmente coincide, y es domingo, en el mundo y en el corazón.

jueves, 21 de enero de 2016

IRSE



Hay veces que es mejor irse, antes de que sea tarde.
Antes de que olvides el camino de vuelta, cómo retroceder.
Antes de olvidar quién eres y cómo has llegado hasta aquí.
Antes de que una bomba estalle. Antes de que nos hayamos hecho pedazos.
Antes de que volemos por los aires.
Irse cuando aún conservas las dos piernas y el corazón fuerte. Para correr.
Correr sin volver la vista. Sin dejar pedazos.
Irse antes de la destrucción.
Me voy porque no puedo quedarme a medias.
Y deberías irte porque no puedes quedarte del todo.
Hay veces que es mejor irse, aunque nunca sepamos si podremos volver.

domingo, 10 de enero de 2016

YA NO



La primera vez que escuché esta canción (digo la primera y quiero decir las primeras 80, aproximadamente) me pareció muy triste. Los finales me parecen tristes. Las cosas que acaban, las cosas que creíamos eternas. 

“Ya no seremos para siempre”, me pareció una frase letal, un puñetazo en el estómago. En serio, ¿hemos dejado de ser para siempre? ¿Se puede dejar de ser cuando hemos sido para siempre? Yo creía (o creo, no lo sé) que no. A veces no puedes dejar de ser, pero sí puedes decir “Ya no” de muchas formas, a muchas cosas. Hay cosas que sí, aunque nos pareciera imposible, acaban. Etapas, historias, momentos; da igual. 

Hasta a alguien o algo que es para siempre se le puede decir “ya no”. Incluso a una misma. No hay nada ni nadie a quien no le puedas decir que ya no. 

Entonces empecé a escuchar la canción con otros oídos, y entendí que puede ser tan triste como yo la vea. Pero que más allá de la tristeza, decir “Ya no” es dejar de estar presa. Es respirar libre. Es descolgarse una mochila pesada, soltarse una cuerda que no te dejaba avanzar. Que a veces, decir ya no a determinadas cosas es dejar la posibilidad de un sí abierta a otras. Y que no significa dejar de ser, no significa fallar a tu corazón, ni incumplir promesas. Significa sólo que has saltado a ese escalón desde el que ya hay vuelta atrás. Desde el que no puedes retroceder porque, aunque lo hicieras, ya nada sería igual. “Los ojos que ahora miras no los veo yo”. 

Detrás de cada persona que creemos que estará ahí eternamente, pase lo que pase, hagamos lo que hagamos, se esconde siempre un YA NO, esperando su momento exacto. Esperando que esté lista, esperando que sea capaz de pronunciarlo. Y llega, siempre llega. 

Al final, creo que la canción es triste, sí; pero no para mí. No para quien lo pronuncia, sino para quien esperaba que jamás lo hiciera. Es triste para quien llega un día a buscar a la persona de siempre, para quien creía que estaría aquí a pesar del tiempo, de la distancia, de la vida. Triste para quien ha llegado tarde. Para quien ha perdido el tren, la ocasión, la oportunidad. 

Sin embargo, es valiente, poderosa y positiva para quienes han llegado al punto exacto en el que decir YA NO. Para quien es libre.

Y ahora lo entiendo; Manuel tenía que traerme ese mensaje en este momento. No podía llegar ahora para enseñarme la parte triste. Tenía que recordarme que quizá va siendo hora de dar pasos y decir más de un “Ya no”. Y seguir bailando el viento, siempre hacia el futuro y siempre diferente.

A los que estáis en el lado de los que se atreven a pronunciar el ya no, os mando fuerzas, ánimo, y os aseguro que sois valientes.

 A los que estáis al otro lado, a los que estáis a punto de perder el tren y encontraros con una puerta cerrada con un cartel de YA NO, os digo que vosotros sabréis. Pero que nadie os va avisar, que no habrá prórroga. Que dejéis de creer que estáis a salvo de un ya no, que tenéis a esa persona ahí para siempre sólo porque sí. Porque no, nadie es para siempre. Siempre, siempre, hay un límite; un punto, un escalón. Siempre hay un YA NO, y ese ya, es irreversible.  


 


jueves, 7 de enero de 2016

CADA 7 DE ENERO.



Hay días que aunque pasaran mil años, seguiría teniendo grabados a fuego en lo más profundo de mi alma. Una vez, los reyes se retrasaron, los cumpleaños se adelantaron, y toda la magia de los días especiales del año me llegaron al corazón. Ese día no desenvolví un paquete, no quité papel ni abrí sobres. Ese día descubrí que el mejor regalo lo tenía dentro y que sólo tenía que llegar el momento exacto para poder abrirlo. 

Ese día me descubrí de un modo que nunca antes. Empecé a contar, nacieron partes. Y ya nunca he visto el mundo con el mismo sentido. Nunca nada ha vuelto a ser como antes. Y aunque pasen mil años, seguiré celebrando. 

Celebro que conocí, que me conocí. Que tomé el desvío exacto en el camino. Que di el paso más crucial en mi viaje vital. Que desde entonces sólo he sido mejor. Porque hay noches que marcan vidas. Decisiones, instantes y besos que harán que abras puertas tras las que eres infinita.

Por eso hoy celebro. Aunque celebrar no siempre es reír y brindar. A veces se celebra por dentro, de todos los colores y de todos los sabores. Y si hoy me cortaran el corazón en cien cachitos, cada uno tendría una razón diferente para sentirse de un modo diferente. Habría alguno triste, alguno feliz. Habría negros, blancos y multicolores. Otros que echan de menos. Otros que sólo recuerdan. Y algunos que sólo miran adelante. Seguro que alguno estaría sonriendo, y otro derramaría las lágrimas más sinceras del planeta en este instante. Quién sabe cuántos más, cuántas cosas. 

Pero todos juntos, todos esos cachitos, felices, tristes, melancólicos y esperanzados están celebrando dentro de mí que hoy es un día importante para ellos. Para todos. Es su día. El día de todos los pedazos en los que un día se rompió mi corazón, celebran que siguen vivos, reconstruyendo y recomponiendo. Se están abrazando, sonriendo, brindando, y deseándose muchos años más.

Y también, por supuesto, están dando las gracias.

"Para tu amor no hay despedidas, para tu amor yo sólo tengo eternidad."