domingo, 28 de enero de 2018

Ella es sofá, manta y peli.



Ella es en sí misma el sofá, la manta y la peli. El invierno y la lluvia de fuera y el calor de estar en casa. 

Es todo el pasado que se fue, que dolió y que no va a volver. Es todos los porqués. Las razones, las casualidades y el destino. Es el futuro que sabes que nunca va a ser. Es presente intermitente, a ratos, a golpes y a destiempo. 

Eres tú. O al menos, podrías serlo. 

Tengo una caja llena de cosas que no te he dicho y quizá algún día, antes de irme, te la deje debajo de la cama, o en lo alto de un armario. Está llena de razones que podría haberte dado. Llena de entradas de cine de todas las películas que hice en mi cabeza y que nunca fuimos a ver. Llena de letras en las que te cuento que de todas las cosas que nos quedaron pendientes, últimamente me asalta especialmente la idea de bailar contigo. Con cada canción que escucho, me revientan las ganas de bailar cerca de ti. Y de contártela por la mañana justo antes de salir de la cama. Las ganas que salen justo desde el centro del pecho. Ahí donde algo empuja fuerte, como queriendo escapar. Y a lo mejor eres tú, luchando por salir de lo más profundo de mí. A veces quizá eso es lo que ahoga, alguien que quiere salir y que nos empeñamos en retener.

Te dejaré en la caja también un lo siento, por haber querido retenerte aquí, entre mis costillas. Siento haberme quedado demasiado tiempo despierta cuando querías dormir. Y así con todo. Todo se parece a ese momento en que tú solo necesitas cerrar los ojos y descansar y alguien te toca y te despierta una y otra vez. 

Perdóname. Pero es muy difícil (más de lo que te imaginas) dejar salir del alma a alguien que es sofá, manta y peli. Todo al mismo tiempo.

miércoles, 24 de enero de 2018

Ser una misma en cualquier parte...



No sé si habéis escuchado el discurso de Javier Calvo que circula por ahí estos días. Si no, os invito a que lo hagáis. Javi es actor y director de cine y, además de todo eso también es homosexual. En su discurso, habla sobre la importancia de poder ser quien es. De la libertad de ser uno mismo.

Esto me ha recordado también a una canción de (mi amado) Manuel Carrasco de la que precisamente estrenó videoclip hace unos días. “Siendo uno mismo en cualquier parte” es una canción y un lema que acompaña siempre a Manuel (junto con el no menos importante “No dejes de soñar”) y una de las razones por las que creo que lo admiro tanto. Por esa capacidad y esa convicción absoluta de que uno puede llegar todo lo lejos que quiera y merece sin dejar nunca de ser quien es. 

Y hace tiempo que yo tengo muchas de esas cosas en la cabeza y sobre las que me gustaría escribir. Pienso mucho y muy a menudo en lo valioso que es sentirse libre para ser lo que una es. Y en lo triste y duro que es no poder serlo. La injusticia dolorosa de no sentirse querido, respetado o aceptado; a veces por la sociedad, a veces por desconocidos, y a veces, incluso por las personas a las que más quieres en el mundo.

Hace tiempo que, por suerte y valga la redundancia, sé que soy una afortunada porque en algún momento de mi vida me sentí un poco perdida y me costaba entender algunas cosas de mí misma, pero me crucé con alguien que supongo que la vida me puso ahí para eso, para darle sentido. Y desde que lo hice, desde que aprendí lo que era y que todo encajaba, y hasta hoy, nunca me he sentido cohibida, rechazada o menos querida por ser quien soy. Jamás. 

Y sé que soy una privilegiada, que por desgracia eso no es lo común. Que aún hay un montón de personas en el mundo que tienen que pelear (a veces literalmente) por el derecho a vivir su vida siendo lo que son. Por su libertad, por su aceptación, por el amor de otros, por sobrevivir, porque les respeten.
Aún hay muchas personas perdidas y equivocadas, pensando que ser diferente es ser peor. Que ser diferente es malo. Que la felicidad es encajar, es sentirse uno más, formar parte de un todo. Es ser como todos. 

Y a mí me gustaría que a mis hipotéticos hijos, a mis sobrinos, a los hijos de mis amigos… les enseñaran siempre que tienen derecho a ser quienes quieran ser, o quienes simplemente sean. Porque hay cosas que uno quiere ser, que uno elige; la ropa que lleva, la música que escucha, los libros que lee… y hay otras cosas que uno sencillamente es; sensible, tímido, HOMOSEXUAL (o bisexual, o loqueseasexual). Porque sí, homosexual se es. No es una moda, no es una elección; es sólo SER. Esa es otra cosa que aún muchos no han aprendido.

Me gustaría que les enseñaran que sentirse diferente es bonito, es ser especial, es ser único. Que no tienen nunca que esforzarse por ser como el resto, que no tienen que fingir ser como ellos. No porque los demás sean peores, sino porque tampoco son mejores. Porque cada uno es quien es y eso es maravilloso.
Que no tienen que hacer lo ven, sino lo que sientan. Que sean quienes sean, tendrán su sitio. Que les mueva lo que les mueva, tienen que seguirlo. Que no tengan miedo ni un solo día de su vida de llegar a casa de la mano con un chico o con una chica. De pasear por la calle, de besar y de ser feliz al lado de la persona que les haga felices.

Pero que les enseñen también a no hacerle sentir miedo a nadie por ser quien es. Que nunca juzguen, insulten o menosprecien. Que nunca aparten al que no encaja. Que siempre respeten, que escuchen, que entiendan, que valoren, que aprecien al diferente y que sepan que tener a alguien así al lado les hará afortunados y mejores personas. 

Y que siempre que se sientan confundidos o perdidos encuentren algo que les guíe, algo que les empuje. Personas buenas y bonitas que desde su posición se convierten en ejemplo, que visibilizan, que muestran y demuestran que existen todas las posibilidades. Gente que hace pelis, libros, canciones, historias para que cuando otros estén perdidos puedan encontrarse, puedan creer que hay sitio para ellos, para que sepan que no están solos y que pase lo que pase, deben seguir haciendo su camino.

Gracias a todos los “Javis” y “Manueles” del mundo que nos regalan su mensaje de fuerza y de esperanza, de compañía, de valor. Que nos hacen sentirnos reflejados y nos invitan a seguir siempre siendo uno mismo en cualquier parte.

Y gracias a todas las personas que facilitan al resto ser quienes son. Gracias a todas las que me lo habéis facilitado a mí. A las que queréis a los demás por encima de cada una de sus cualidades, de sus capacidades, de sus preferencias y de sus maneras.

Y ánimo a las que no encuentran eso a su alrededor, a las que aún os lo ponen difícil. Ánimo y fuerza, y no dejéis de ser quienes sois le pese a quien le pese, sea quien sea la persona que os quiere limitar, no se lo permitáis. Siempre merece la pena, seguir siendo, por encima de todo, UNO MISMO EN CUALQUIER PARTE.


 





domingo, 21 de enero de 2018

21 de enero para dar las gracias



Pues hoy que es 21 de enero creo que ha quedado un buen día para decirte que gracias. Por enseñarme que nunca nada, nadie, merece tanto mi pena. Pero que al final siempre merece la pena haberlo intentado. Que mi ilusión siempre gana a todas las decepciones, por eso sigo creyendo. Y menos mal. Que a quien no quiere quedarse no hay que pedírselo. Que por cada persona que quiere irse hay, al menos, dos que quieren llegar, estar y permanecer. Que sigue existiendo el poder curativo de un reencuentro, de un café que se alarga a merienda, de un mensaje escrito al azar que te hacer reír como una imbécil. Que en mi equipo quiero siempre a los que suman. Que retener, empeñarse y estancarse nunca sirve. Que hay que dejar que vuele aunque sea muy lejos de ti (de mí). Que merezco que alguien me quiera tanto como yo a ti. Que es mejor ir haciendo hueco siendo siempre lo que soy, que querer ser otra cosa para ocupar un lugar al que en realidad no pertenezco. Que no tengo por qué conformarme. Que todo pasa. Que todo llega. Que todo se va. Y todo sigue aunque sea sin ti, sin nada. Porque siempre queda algo. Siempre quedo yo.

viernes, 5 de enero de 2018

Propósitos y deseos



No sé si aún llego a tiempo de pedir algo. Como si llegar tarde fuese la razón por la que nunca llega, por la que nunca se cumple. Así que, qué más da.

Del 2017 he aprendido que soy capaz de malgastar todos mis deseos, estrellas fugaces, velas de cumpleaños y “rezos” antes de dormir; en cosas que nunca van a llegar. Y aun así, lo último que hice el 31 de diciembre, a las 23:55h fue escribir en un papel lo que quería pedirle al 2018. Las doce uvas, los doce meses, volví a usarlos y supongo, a malgastarlos. Porque no se cumple, porque es mentira. 

Hoy creo que una no desea, una se propone. Se propone y se busca la vida para traerlo, y entonces ya veremos si la vida te deja. Si te sopla a favor o en contra. Y la verdad, casi siempre te pega en la frente. 

Así que para el 2018 me he propuesto dejar de hacerlo. Dejar de desear, dejar de pedir, dejar de creer. No malgastar estrellas fugaces, ni las velas de los 30, ni las próximas doce uvas. No querer muy fuerte nada antes de dormir. Ni al despertar tampoco. No esperar nunca que llegue la suerte. No esperar. Nunca.

Y por si cumpliera, le pido que se lleve. Que se lleve sueños que no existen, mochilas que pesan, lastres y todo lo que duele. 

Le pido que se acabe lo que ahoga, y respirar. Solo respirar.