miércoles, 30 de septiembre de 2015

De repente abres el pasado.



De repente un día, abres puertas, sacas armarios y encuentras ropa, música, papeles y detalles. Y es como abrir el corazón y hacer una limpieza por dentro. Te transportas, sientes, recuerdas y revives. 

Y descubres que el pasado es tan real que se puede guardar en cajas. Y que aunque las guardes en lo más hondo, en lo más oscuro, siempre llega el día de reorganizar, de buscar y de encontrar. En cada cambio de estación, cada cambio de año, cada mudanza o reforma, siempre llegará el momento de desempaquetar, de descubrir, de decidir qué tirar y qué seguir conservando. 

Porque lo material existe para eso, para hacer historias y que nunca puedas olvidarlas. Para aparecer cuando ya ni las recuerdes, para que sepas quién eres y por qué. Quién fuiste y con quién. 

Así que de repente un día te pones un antiguo cd de música de fondo mientras sacas el pasado de un armario, y resulta que lo estás sacando de tus entrañas. Y te sorprendes decidida a tirar algunas cosas, porque ya no son. Y te sorprendes también dejando otras en el mismo sitio (después de respirarlas unos minutos) porque hay cosas que aún no pueden no ser. La próxima vez, ya veremos. Y se te encoge el corazón, y se te corta la respiración. Y no sabes si es tristeza, melancolía, felicidad, o simplemente, la vida. 

Y no sabes si lloras por alguna de esas, o a lo mejor es porque se ha acabado el verano.

 


viernes, 25 de septiembre de 2015

SI PUDIERA ELEGIR.



Lo reconozco, no estoy hecha para olvidar (o para olvidarte, no sé). No tengo esa capacidad, y antes siempre creía que era por eso por lo que no lo hacía. Pensaba que no podía, simplemente. Como volar, por ejemplo, no vuelo porque no puedo. Pues con lo de olvidar igual. 

Así que durante un tiempo, creí que si no (te) olvidaba, era porque por más que lo intentase, por fuerte que quisiera, era imposible para mí. Y creía también que si pudiera, lo haría. Que si tuviera la oportunidad de elegir olvidar o no, si pudiera adquirir esa capacidad, la asumiría con gusto, que me sentiría poderosa.

Pero lo cierto es que si un día tuviera el poder de elegir olvidar, si pudiera cambiar, borrar o arrancar ciertas cosas de mi cabeza, de mi memoria, de mi historia o de mi corazón, no lo haría. Que seguramente no olvido porque no sé hacerlo, porque no estoy hecha para olvidar, pero que tampoco quiero estarlo. Que aunque tuviera todos los poderes en mi mano y pudiera decidir ser como los que sí pueden, no querría serlo. Que de cien mundos, elegiría siempre en el que tú estuvieras.

Y eso  que tantas veces me ha hecho daño, hoy me hace feliz. Porque siempre es mejor querer con libertad, que hacerlo en contra de tu deseo. Y supongo que siempre es mejor que te quieran libres que que te quieran presos. Y yo ahora lo sé, que si pudiera cambiar mi forma de querer, no lo haría. Que es así como yo quiero, sin tiempo, sin condiciones, sin límites y sin posibilidad de olvidar. Y sobre todo, que es así como quiero seguir queriendo el resto de mi vida.

martes, 22 de septiembre de 2015

El miedo al te quiero.



Me pregunto por qué a algunos os da tanto miedo decir te quiero, o que os lo digan. Por qué hay personas que se paralizan cuando sienten. Por qué encuentran siempre una razón por la que no decirlo. O no sentirlo. 

No sé cuál es el problema. Decir te quiero no es firmar una hipoteca, ni un compromiso, ni una atadura eterna. A veces, un te quiero es sólo eso, te quiero. Y para decirlo (y para sentirlo) no es necesario estar segura de querer pasar el resto de tu vida con esa persona, ni estar enamorada hasta la última de tus fibras. Querer no implica más allá que eso, querer. Se puede querer en un día, en dos, en tres. En una hora. En un abrazo. Se puede y se debe. Y no pasa nada. 

Querer es bonito, y decirlo más. Y seríamos más felices si nos sintiéramos libres de hacerlo. Sin pensar tanto en lo que eso supone, en lo que significa, en lo que conlleva. Porque todo eso no es cierto. Porque decir a alguien que le quieres sólo significa que le quieres, y que eres lo suficientemente generoso como para compartirlo. Nada más.

Un te quiero no es una firma, no es un contrato. Es un detalle, un abrazo y una suerte. 

Huir de cualquier te quiero es caminar directo hacia la infelicidad.

viernes, 18 de septiembre de 2015

De cero.

Hace unos días me pasó una cosa que suele pasarme a menudo, me olvidé de la contraseña del antiguo blog: http://escribiendouncamino.blogspot.com.es/  (bueno, yo juraría que no la olvidé y que por arte de magia se debió cambiar o algo, que hay un ser superior que va detrás de mí cambiándome las contraseñas de cualquier cosa). Al principio me puse triste por tener que abandonar a mi compañero, a mi pequeño trozo de corazón. Luego pensé que quizá era el momento, que Escribiendouncamino ya debía quedarse ahí, congelado. Y que a lo mejor el destino tenía que darme ese pequeño empujón, por si yo no me atrevía. Él va a quedarse ahí para siempre, inmortal. Pero ahora el camino continúa aquí.

Alma de Superhéroe ya había nacido dentro de mí. Y ha llegado el momento de darle vida aquí, de empezar de nuevo. Porque ahora es distinto, siento diferente, camino de otra forma. 

Quiero contaros cosas, me muero de ganas de decirlo todo, pero aún no. Estoy impaciente por continuar, por dejar volar del todo la esencia de Alma de Superhéroe. Pero todavía no está listo para levantar el vuelo.

Le queda poquito. Y yo ya lo sueño.
Pronto os convierto en superhéroes, veréis.