martes, 2 de febrero de 2016

Un súperpoder.



Seguro que más de una vez todos os habéis imaginado cómo sería tener un súperpoder. Yo también.
Si tuviera que elegir, tendría dudas, quizá… la invisibilidad, poder teletransportarme… leer la mente de los demás. 

No sé, llegado el momento de tener que elegir uno, con cuál me quedaría. Pero hay días, como hoy, que tengo claro qué súperpoder elegiría de entre todos. Sin dudarlo.

Si hoy pudiera elegir, si dependiera de mí, escogería que, durante al menos un minuto, pudiéramos vernos con los ojos de otros. Vernos como otros nos ven. Estoy segura de que curaría más almas que cualquier otra medicina del mundo.

Me gustaría que algunas personas pudieran verse a sí mismas a través de mis ojos, o de mi corazón, porque como dice el Principito, “sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”. 

Me gustaría que te vieras como te veo yo. Y te aseguro que no necesitarías más de un minuto para entender que eres extraordinaria. Para saber que mereces cosas tan o más bonitas de lo que ya eres tú, si es que eso fuera posible. Porque eres jodidamente maravillosa y deberías tenerlo tan claro que nunca, nada, nadie en el mundo, te hiciera dudarlo ni por un instante. 

Así que si hoy pudiera decidir, dejaría que te mirases en mi alma y disfrutases, durante un rato, de lo que disfruto yo cada vez que te miro y cada vez que recuerdo lo afortunada que soy por tenerte en mi vida. Y ojalá eso te diera la fuerza suficiente para despertarte mañana y seguir mirándote con tus ojos, pero viendo lo mismo que yo. 
 
Y así todos, durante un ratico de vez en cuando, cada vez que nos olvidemos de vernos como nos ven los que nos quieren; que es como de verdad somos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario