viernes, 25 de septiembre de 2015

SI PUDIERA ELEGIR.



Lo reconozco, no estoy hecha para olvidar (o para olvidarte, no sé). No tengo esa capacidad, y antes siempre creía que era por eso por lo que no lo hacía. Pensaba que no podía, simplemente. Como volar, por ejemplo, no vuelo porque no puedo. Pues con lo de olvidar igual. 

Así que durante un tiempo, creí que si no (te) olvidaba, era porque por más que lo intentase, por fuerte que quisiera, era imposible para mí. Y creía también que si pudiera, lo haría. Que si tuviera la oportunidad de elegir olvidar o no, si pudiera adquirir esa capacidad, la asumiría con gusto, que me sentiría poderosa.

Pero lo cierto es que si un día tuviera el poder de elegir olvidar, si pudiera cambiar, borrar o arrancar ciertas cosas de mi cabeza, de mi memoria, de mi historia o de mi corazón, no lo haría. Que seguramente no olvido porque no sé hacerlo, porque no estoy hecha para olvidar, pero que tampoco quiero estarlo. Que aunque tuviera todos los poderes en mi mano y pudiera decidir ser como los que sí pueden, no querría serlo. Que de cien mundos, elegiría siempre en el que tú estuvieras.

Y eso  que tantas veces me ha hecho daño, hoy me hace feliz. Porque siempre es mejor querer con libertad, que hacerlo en contra de tu deseo. Y supongo que siempre es mejor que te quieran libres que que te quieran presos. Y yo ahora lo sé, que si pudiera cambiar mi forma de querer, no lo haría. Que es así como yo quiero, sin tiempo, sin condiciones, sin límites y sin posibilidad de olvidar. Y sobre todo, que es así como quiero seguir queriendo el resto de mi vida.

1 comentario: