martes, 22 de septiembre de 2015

El miedo al te quiero.



Me pregunto por qué a algunos os da tanto miedo decir te quiero, o que os lo digan. Por qué hay personas que se paralizan cuando sienten. Por qué encuentran siempre una razón por la que no decirlo. O no sentirlo. 

No sé cuál es el problema. Decir te quiero no es firmar una hipoteca, ni un compromiso, ni una atadura eterna. A veces, un te quiero es sólo eso, te quiero. Y para decirlo (y para sentirlo) no es necesario estar segura de querer pasar el resto de tu vida con esa persona, ni estar enamorada hasta la última de tus fibras. Querer no implica más allá que eso, querer. Se puede querer en un día, en dos, en tres. En una hora. En un abrazo. Se puede y se debe. Y no pasa nada. 

Querer es bonito, y decirlo más. Y seríamos más felices si nos sintiéramos libres de hacerlo. Sin pensar tanto en lo que eso supone, en lo que significa, en lo que conlleva. Porque todo eso no es cierto. Porque decir a alguien que le quieres sólo significa que le quieres, y que eres lo suficientemente generoso como para compartirlo. Nada más.

Un te quiero no es una firma, no es un contrato. Es un detalle, un abrazo y una suerte. 

Huir de cualquier te quiero es caminar directo hacia la infelicidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario