viernes, 5 de enero de 2018

Propósitos y deseos



No sé si aún llego a tiempo de pedir algo. Como si llegar tarde fuese la razón por la que nunca llega, por la que nunca se cumple. Así que, qué más da.

Del 2017 he aprendido que soy capaz de malgastar todos mis deseos, estrellas fugaces, velas de cumpleaños y “rezos” antes de dormir; en cosas que nunca van a llegar. Y aun así, lo último que hice el 31 de diciembre, a las 23:55h fue escribir en un papel lo que quería pedirle al 2018. Las doce uvas, los doce meses, volví a usarlos y supongo, a malgastarlos. Porque no se cumple, porque es mentira. 

Hoy creo que una no desea, una se propone. Se propone y se busca la vida para traerlo, y entonces ya veremos si la vida te deja. Si te sopla a favor o en contra. Y la verdad, casi siempre te pega en la frente. 

Así que para el 2018 me he propuesto dejar de hacerlo. Dejar de desear, dejar de pedir, dejar de creer. No malgastar estrellas fugaces, ni las velas de los 30, ni las próximas doce uvas. No querer muy fuerte nada antes de dormir. Ni al despertar tampoco. No esperar nunca que llegue la suerte. No esperar. Nunca.

Y por si cumpliera, le pido que se lleve. Que se lleve sueños que no existen, mochilas que pesan, lastres y todo lo que duele. 

Le pido que se acabe lo que ahoga, y respirar. Solo respirar.

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