No sé si
habéis escuchado el discurso de Javier Calvo que circula por ahí estos días. Si
no, os invito a que lo hagáis. Javi es actor y director de cine y, además de
todo eso también es homosexual. En su discurso, habla sobre la importancia de
poder ser quien es. De la libertad de ser uno mismo.
Esto me ha
recordado también a una canción de (mi amado) Manuel Carrasco de la que
precisamente estrenó videoclip hace unos días. “Siendo uno mismo en cualquier
parte” es una canción y un lema que acompaña siempre a Manuel (junto con el no
menos importante “No dejes de soñar”) y una de las razones por las que creo que
lo admiro tanto. Por esa capacidad y esa convicción absoluta de que uno puede
llegar todo lo lejos que quiera y merece sin dejar nunca de ser quien es.
Y hace
tiempo que yo tengo muchas de esas cosas en la cabeza y sobre las que me
gustaría escribir. Pienso mucho y muy a menudo en lo valioso que es sentirse
libre para ser lo que una es. Y en lo triste y duro que es no poder serlo. La injusticia
dolorosa de no sentirse querido, respetado o aceptado; a veces por la sociedad,
a veces por desconocidos, y a veces, incluso por las personas a las que más
quieres en el mundo.
Hace tiempo
que, por suerte y valga la redundancia, sé que soy una afortunada porque en
algún momento de mi vida me sentí un poco perdida y me costaba entender algunas
cosas de mí misma, pero me crucé con alguien que supongo que la vida me puso
ahí para eso, para darle sentido. Y desde que lo hice, desde que aprendí lo que
era y que todo encajaba, y hasta hoy, nunca me he sentido cohibida, rechazada o
menos querida por ser quien soy. Jamás.
Y sé que
soy una privilegiada, que por desgracia eso no es lo común. Que aún hay un
montón de personas en el mundo que tienen que pelear (a veces literalmente) por
el derecho a vivir su vida siendo lo que son. Por su libertad, por su
aceptación, por el amor de otros, por sobrevivir, porque les respeten.
Aún hay muchas
personas perdidas y equivocadas, pensando que ser diferente es ser peor. Que ser
diferente es malo. Que la felicidad es encajar, es sentirse uno más, formar
parte de un todo. Es ser como todos.
Y a mí me
gustaría que a mis hipotéticos hijos, a mis sobrinos, a los hijos de mis amigos…
les enseñaran siempre que tienen derecho a ser quienes quieran ser, o quienes
simplemente sean. Porque hay cosas que uno quiere ser, que uno elige; la ropa
que lleva, la música que escucha, los libros que lee… y hay otras cosas que uno
sencillamente es; sensible, tímido, HOMOSEXUAL (o bisexual, o loqueseasexual). Porque
sí, homosexual se es. No es una moda, no es una elección; es sólo SER. Esa es
otra cosa que aún muchos no han aprendido.
Me gustaría
que les enseñaran que sentirse diferente es bonito, es ser especial, es ser
único. Que no tienen nunca que esforzarse por ser como el resto, que no tienen
que fingir ser como ellos. No porque los demás sean peores, sino porque tampoco
son mejores. Porque cada uno es quien es y eso es maravilloso.
Que no
tienen que hacer lo ven, sino lo que sientan. Que sean quienes sean, tendrán su
sitio. Que les mueva lo que les mueva, tienen que seguirlo. Que no tengan miedo
ni un solo día de su vida de llegar a casa de la mano con un chico o con una
chica. De pasear por la calle, de besar y de ser feliz al lado de la persona
que les haga felices.
Pero que
les enseñen también a no hacerle sentir miedo a nadie por ser quien es. Que nunca
juzguen, insulten o menosprecien. Que nunca aparten al que no encaja. Que siempre
respeten, que escuchen, que entiendan, que valoren, que aprecien al diferente y
que sepan que tener a alguien así al lado les hará afortunados y mejores
personas.
Y que
siempre que se sientan confundidos o perdidos encuentren algo que les guíe,
algo que les empuje. Personas buenas y bonitas que desde su posición se
convierten en ejemplo, que visibilizan, que muestran y demuestran que existen
todas las posibilidades. Gente que hace pelis, libros, canciones, historias para
que cuando otros estén perdidos puedan encontrarse, puedan creer que hay sitio
para ellos, para que sepan que no están solos y que pase lo que pase, deben
seguir haciendo su camino.
Gracias a
todos los “Javis” y “Manueles” del mundo que nos regalan su mensaje de fuerza y
de esperanza, de compañía, de valor. Que nos hacen sentirnos reflejados y nos
invitan a seguir siempre siendo uno mismo en cualquier parte.
Y gracias a
todas las personas que facilitan al resto ser quienes son. Gracias a todas las que
me lo habéis facilitado a mí. A las que queréis a los demás por encima de cada
una de sus cualidades, de sus capacidades, de sus preferencias y de sus
maneras.
Y ánimo a
las que no encuentran eso a su alrededor, a las que aún os lo ponen difícil. Ánimo
y fuerza, y no dejéis de ser quienes sois le pese a quien le pese, sea quien
sea la persona que os quiere limitar, no se lo permitáis. Siempre merece la
pena, seguir siendo, por encima de todo, UNO MISMO EN CUALQUIER PARTE.
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