Yo no sé
hasta dónde, hasta cuándo o hasta cómo “querer es poder”, pero a veces creo que
te quiero mucho más de lo que puedo. Y quizá no haya nada más generoso que querer,
que seguir queriendo, cuando querer NO es poder. Quizá no haya nada más absurdo
tampoco. Pero me da igual. Yo creo en lo inevitable, en lo que no se puede
parar. Creo que eso es lo de verdad, lo auténtico, lo que no miente.
Lo que se
quiere no se elige, te elige. Las canciones preferidas, los colores, los olores
o los sabores. No eliges quién te hace reír; te ríes. Te ríes con su risa, con
su voz y te ríes con solo leer una frase. Y no lo has decidido, te ha pasado y
no has podido evitarlo. Ni podrás jamás. Y eso sí, eso es QUERER. Y poder o no,
es otra cosa.
Así que la
próxima vez que alguien diga que querer es poder, voy a decirle que no. (Es una
pena, pero no). Porque querer soy yo, pero poder son las circunstancias, la
suerte, el pasado, las heridas y la vida. Porque no depende de mí, porque yo no
elijo y ella tampoco.
Pero que
merece la pena seguir queriendo porque sólo así, solo si sigues queriendo mucho
y queriendo de verdad, a lo mejor un día puedes. A lo mejor un día sí, a lo
mejor un día las circunstancias, la suerte, la vida y ella también quieren.
A lo mejor
un día puede ser, y estás aquí. Y ese día, cuando querer SÍ sea poder, sabré
que eres tú porque siempre quise. Porque siempre creí y seguí queriendo aunque
no estabas, aunque no eras, aunque no podía. Porque te di lo que no pedías, lo
que no tenía siquiera. Mis letras, mis ganas y el tiempo que pasamos cerca,
pero sobretodo el que pasamos lejos. Porque encontré lo que había perdido y
ojalá llegar a encontrarte a ti.
…O a lo
mejor no, a lo mejor este querer nunca vaya a poder ser. Quién sabe.
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