martes, 12 de septiembre de 2017

¿El último baile?



“Bailar el Viento” nació hace casi dos años. Me llevó unos cuantos meses entender lo que significa, lo que quiere decir Manuel con ese “bailar el viento”, o al menos lo que creo yo que significa. Varios meses de escuchar cada una de esas letras hasta que un día entendí que bailar el viento es una actitud, es una decisión, una forma de afrontar y de enfrentar las tormentas, los días malos, las dificultades, los huracanes. Es el convencimiento de que por mucho que nos llueva, por grande que sea el chaparrón que nos caiga, si estamos juntos no nos hundirá.

“Vamos juntos a bailar el viento”. Juntos. Porque al final, es lo que cuenta. 

Estos dos años de baile no han sido sólo música, ha sido un viaje. Un viaje lleno de sueños y pesadillas, pero siempre bailando el viento de fondo. Para mí, estos dos años de bailar el viento, son todas y cada una de las personas con las que he compartido un pedazo de lo que más me gusta en este mundo. La suerte de poder vivir acompañada una noche debajo del escenario, que creo que es algo que no puedo comparar con ninguna otra sensación. Es cada una de las personas con las que he compartido una canción para transmitirle mi ilusión, mis ganas, mi fuerza o mi amor. Es cada una de las personas que cuando les suena Manuel Carrasco en la radio por sorpresa, piensan en mí. 

En mi viaje de estos dos años he publicado un libro, me he reencontrado con el pasado, he perdido cosas que creía que tenían futuro, he perdonado, he llorado, he reído, he viajado, he superado, he cambiado, nos ha llevado por delante un coche, y hasta he tenido un sueño de carne y hueso en mi cama… y en todos esos momentos sonaba “bailar el viento”. Siempre, en lo bueno y en lo malo. Para bailar, para soñar o para llorar, pero siempre me acompaña. 

Y este viaje tan lleno de sensaciones bonitas, de sueños hechos realidad, de ilusiones, de tormentas que se bailan, de días y noches compartidas, tenía que terminar con una noche tan grande y tan mágica como estos dos años. Quería (y quiero) bailar el viento con toda mi alma por última vez el viernes en la Plaza de toros de Las Ventas para celebrar todo lo bueno que la vida me ha regalado, para soltar todo lo malo, para pensar y disfrutar por cada uno de vosotros/as que formáis parte de mí y de todos mis sueños y pesadillas. Quería (y quiero) no dejar de soñar y hacerlo a lo grande.

Y tengo el corazón roto porque inexplicablemente, a tres días del concierto, no sabemos si podrá realizarse o no. 

Es inexplicable, es inadmisible y es injusto. Y es injusto, ya no sólo porque este “Tour bailar el viento” haya sido la mejor gira española y la más numerosa de los últimos dos años (más de 370.000 personas hemos bailado el viento con él); el premio Ondas al mejor espectáculo musical; la noche olímpica en Sevilla; el mejor momento profesional y personal de Manuel Carrasco; porque este “Último baile” esté anunciado y con todas las entradas vendidas desde marzo… es injusto además porque hay más de 20.000 personas, con sus viajes personales de dos años, con sus ilusiones, con sus entradas compradas, sus días reservados, su dinero invertido y su amor infinito y su corazón puesto en esa noche. Y nos vamos a quedar sin el sueño, sin el baile y con el corazón roto por una simple cuestión política. Por una incompetencia y una guerra absurda como todas las que ensucian todas las cosas bonitas del mundo.

Qué pena tan grande. Qué pena porque si hay alguien que se merece un broche de oro y una última noche grandiosa, es Manuel, y es esta gira. Qué pena porque estamos hechos para soñar y no vamos a poder hacerlo juntos por última vez. Y qué pena que sea porque a unos pocos les da igual todo con lo que los demás soñemos.



“Y seguiré contigo sin pensar, y seguiré contigo hasta el final…”

¡SÚBELE! 


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