Y da igual que creas que sí, porque no. No eliges.
Las cosas importantes en la vida no se deciden. No se
programan ni se planean. Las cosas verdaderamente importantes, pasan. Te pasan.
No se puede elegir lo que te gusta y lo que no. No te
defines a tu antojo. No tienes razones para ser de dulce o salado, de día o de
noche; simplemente eres.
Las cosas que te remueven, si lo piensas, nunca son las
que habrías imaginado. Quizá ni siquiera las que habrías querido. Pero no
puedes escoger por quién lates más fuerte. La voz que te eriza; la risa que te
contagia.
Una no encuentra su canción preferida; es la canción la
que te encuentra a ti. Y así siempre, así todo.
La película que te deja pegada a la pantalla (por mala
que sea), el deporte que te apasiona. El trago que mejor te sabe.
No eliges las personas, los lugares ni los momentos que
pueden salvarte. Pero existen, llegan. Y puedes salir corriendo o puedes
quedarte a disfrutar, porque hay cosas que no necesitas escoger ni controlar.
Hay
cosas que nunca podrás evitar y lo mejor que puedes hacer es dejar que te pasen
sin pelear.
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