Seguro que
más de una vez todos os habéis imaginado cómo sería tener un súperpoder. Yo también.
Si tuviera
que elegir, tendría dudas, quizá… la invisibilidad, poder teletransportarme…
leer la mente de los demás.
No sé,
llegado el momento de tener que elegir uno, con cuál me quedaría. Pero hay
días, como hoy, que tengo claro qué súperpoder elegiría de entre todos. Sin dudarlo.
Si hoy
pudiera elegir, si dependiera de mí, escogería que, durante al menos un minuto,
pudiéramos vernos con los ojos de otros. Vernos como otros nos ven. Estoy segura
de que curaría más almas que cualquier otra medicina del mundo.
Me gustaría
que algunas personas pudieran verse a sí mismas a través de mis ojos, o de mi
corazón, porque como dice el Principito, “sólo se ve bien con el corazón; lo
esencial es invisible a los ojos”.
Me gustaría
que te vieras como te veo yo. Y te aseguro que no necesitarías más de un minuto
para entender que eres extraordinaria. Para saber que mereces cosas tan o más
bonitas de lo que ya eres tú, si es que eso fuera posible. Porque eres
jodidamente maravillosa y deberías tenerlo tan claro que nunca, nada, nadie en
el mundo, te hiciera dudarlo ni por un instante.
Así que si
hoy pudiera decidir, dejaría que te mirases en mi alma y disfrutases, durante
un rato, de lo que disfruto yo cada vez que te miro y cada vez que recuerdo lo
afortunada que soy por tenerte en mi vida. Y ojalá eso te diera la fuerza
suficiente para despertarte mañana y seguir mirándote con tus ojos, pero viendo
lo mismo que yo.
Y así
todos, durante un ratico de vez en cuando, cada vez que nos olvidemos de vernos
como nos ven los que nos quieren; que es como de verdad somos.
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