Dice
Manuel Carrasco en una canción dedicada a su hija:
“Y
llevarás la injusticia
De
las mujeres del mundo
Y
te tendrás que hacer fuerte
Más
fuerte, más fuerte
Más
fuerte que el mar.
Y
se me clava en el pecho
Esta
pasión desmedida
Y
solo quiero que pase
Que
pase, que pase
Y
poder respirar”
Eso
es lo que sentimos todas y todos los que somos conscientes de la situación. De quienes
sabemos (y no dudamos) que no exageramos, que no inventamos, que es una realidad.
La injusticia por defecto, el miedo, la angustia, la impotencia. El móvil en la
mano, las llaves preparadas, el corazón en un puño. La resignación y la idea
asimilada de que un día puedes ser tú.
Así
lo sentimos nosotras y así lo sienten ellos por sus hijas, por sus hermanas,
por sus mujeres. Los que saben que no exageramos, que no inventamos. Los que
saben, aceptan y asumen que esta es una realidad y que hay que cambiarla.
Porque
afortunadamente no todos son iguales, pero ojo, una cosa os voy a decir, algo
os une a todos y, desgraciadamente, os hace iguales. Sí, TODOS SOIS IGUALES, en
la oscuridad, en un callejón, de madrugada volviendo a casa, en manada en una
discoteca.
Incluso
los buenos, los que estáis de nuestra parte, SOIS IGUALES para una mujer que se
cruza con vosotros una noche en un callejón vacío. Incluso mis hermanos, mis
primos, mis amigos, los maridos de mis amigas… TODOS, en algún momento, en
algún lugar, han asustado a una chica solo porque son hombres.
Porque
son tantos, porque son tantas las muertas, las violadas, las maltratadas, las
abusadas, las acosadas… son tantísimas que la pura estadística, la conciencia,
la razón, la lógica nos dice que cuando nos cruzamos con un hombre por la calle
solas, hay muchas probabilidades de que algo malo nos pase. Que se active el
miedo, que estemos en alerta, que el corazón se dispare, que el cuerpo nos pida
correr.
Que
un hombre, por su condición de hombre, nos dé miedo, no es nuestra culpa. Es de
ellos, de los que sí asustan, de los que matan, violan, maltratan o acosan; y
de los que les dan alas. De los que dicen que exageramos, de los que nos quieren
menos protegidas, de los que nos cuestionan, de los que justifican (que si la
ropa, que si el alcohol, que si las horas…)
Así
que en esto deberíamos estar todos a una, codo con codo. Asumir la realidad y
pelear por cambiarla.
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