Hay una
canción (de Leiva) que dice “para dejar por escrito que no voy a abandonar”. Porque
sí, cualquier cosa, si la dejas por escrito se queda. Por eso a veces una
escribe lo que no quiere que se olvide, lo que quiere inmortalizar.
Así descubro
yo cuándo algo me gusta de verdad; porque quiero escribirlo. Las cosas, las personas
importantes en mi vida me hacen desear escribir. Sentir la necesidad de
convertirlas en literatura, a veces para que se queden y otras veces, para que
se vayan. Y es curioso. También lo que quieres dejar ir, se va cuando lo
escribes. Cuando lo sacas, cuando lo sueltas.
Escribí un
libro porque había cosas que quería hacer eternas, y un día me di cuenta que lo
que realmente hice fue dejar que aquello se marchara. En el mejor de los
sentidos, para hacerme bien.
Durante
mucho tiempo pensé que había cosas que nunca volvería a vivir, que el corazón
no me volvería a latir así. Que nadie me inspiraría unas letras más bonitas. Y de
repente me encuentro un día tras otro delante del folio en blanco, sin saber
cómo o qué expresar, pero no porque no tenga nada que decir, sino porque tengo
tantas cosas deseando salir de mí que no encuentran la forma.
Y ya no sé
si es bueno o malo, pero quiero dejarlo por escrito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario