Todo el mundo sabe que anoche, 16 de abril, Murcia
bailó el viento al compás de un genio. Porque Manuel es eso, un genio. Y no es
(sólo) con el micrófono y la guitarra; o con un piano; o con unas letras. Es un
genio de corazón, y eso se respira en una ciudad entera cuando él está.
Llevo alrededor de once años sintiendo la misma
ilusión que el primer día. Miento, siento más que el primer día. Once años en
con mi trocito de Manuel siempre dentro, cada día de mi vida. Yo nunca me he
cansado, y él nunca me ha fallado. Y eso, creedme, sólo lo consiguen los
genios.
Anoche, a la vuelta del concierto, hice memoria y
conté QUINCE. Quince conciertos que significan quince lugares, quince noches
únicas e irrepetibles. Y personas, y nervios, y viajes, y recuerdos… quince
multiplicados por mil millones de sensaciones; todas, os lo aseguro,
maravillosas.
De ese paseo por el recuerdo, algo que me llama la
atención y, creo uno de los motivos por los que admiro a Manuel; es que le he
visto tocar en sitios chiquititos, en sitios grandes; delante de apenas cien
personas, y delante de miles; y él siempre, SIEMPRE, se deja el alma del mismo
modo. Eso le define.
Anoche Manuel se dejó el alma delante de no sé
cuántas personas, eso da igual, pero a cada una de las que estábamos allí, nos
recordó cosas importantes. Nos recordó cómo se baila con cada una de tus
fibras, como si estuvieras sólo y nadie te mirara; sin complejos, sin miedos y
sin prejuicios. Nos hizo encender una lucecita en representación de un sueño, y
nos recordó que lo imprescindible es eso, darle luz a los grandes sueños, y a
los pequeños; a todos. Perseguirlos y no dejar nunca de soñar. Nos recordó
también que el mundo sería más bonito si existieran más hombres como él; nos
invitó a gritar fuerte que “LA MUJER NO ES PROPIEDAD DE NADIE”, para que “ESOS
MACHISTAS COBARDES SE AVERGÜENCEN”. Nos recordó que nunca, nadie, debe callar
tu verdad. También se acordó y nos hizo recordar a todas esas personas que
están librando una gran batalla, a todas esas personas valientes que se
levantan cada día para luchar por vivir; se acordó de darles un empujoncito al
ritmo de “Un pasito más, que sí se puede”. Y por supuesto, nos recordó (y qué
importante es recordarlo) que basta con mirar a nuestro alrededor para
sentirnos felices y afortunados. Que a veces, nada importa tanto. Que estamos
bien y eso es suficiente. “Que no soy un pobre porque no tenga dinero, no tiene
que ver, soy afortunao. Porque los mayores tesoros que tengo no los he comprao”
Después de dos horas recordándonos cosas
importantes, por supuesto sin dejar ni un segundo de bailar, de cantar, de
DISFRUTAR con todos sus huesos; nos dejó antes de irse con el mensaje que le
representa. Con su esencia, con el motivo de su éxito y con el lema que, estoy
segura, llevará por bandera eternamente: SER UNO MISMO EN CUALQUIER PARTE.
Porque no hay excusas, razones ni personas que
debieran hacernos jamás ser lo que no somos. O dejar de ser lo que somos. Y aunque
parece obvio, aún hay demasiadas personas que lo olvidan.
Anoche Manuel nos dio una lección, como cada noche. Y
es que allí, en ese lugar, durante dos horas, él no es otro que él mismo. No actúa,
no representa, no miente y desde luego no esconde ni reserva nada. Sale ahí y
se regala desde el primer hasta el último segundo. Se deja un trozo de sí mismo
en cada escenario para que todos los que estamos allí lo absorbamos y hagamos
con él lo que queramos. Eso es generoso y valiente. Nos muestra su más infinita
esencia porque tiene un maravilloso don para hacerlo de tal modo que el resto
solo podamos mirar y dejarnos llevar con él. Con cada acorde, con cada palabra.
GRACIAS Manuel, por todas las cosas que nos
recuerdas siempre. Cosas que no deberíamos olvidar. Por hacerme aflorar,
además, mis recuerdos más personales. Por hacerme sentir de nuevo cosas que
sentí un día, y personas.
Gracias por ofrecerme la posibilidad de ser tan
terriblemente feliz en días como el de ayer. Por hacerme seguir creyendo en las
personas, en los sueños y en la magia. Y que sí, es cierto, soy una afortunada.
Por cosas tan simples como esta. Tan simples y tan grandes como estar ahí, en
ese momento, y hacerlo acompañada de parte de las personas más importantes de
mi vida. Porque nada tendría sentido de otro modo. Nada se soñaría igual si no
hubieran estado allí.
Gracias por enseñarme que aunque el viento sople
fuerte, siempre se puede capear el temporal. Que nunca un mar en calma hizo
bueno a un marinero.
Que en la vida todo se puede bailar, hasta un
huracán.
¡SÚBELE!
Preciosas palabras para describir todo lo bonito que Manuel es capaz de hacernos sentir y vivir en cada concierto.
ResponderEliminarMe han encantado tus palabras. Manuel nos lleva siempre al cielo en cada uno de sus conciertos.
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