Las personas son como los colores.
Hay colores que nos alegran el corazón, hay colores
que nos provocan frío. Colores que ni fu ni fa. Y colores preferidos.
Las personas igual. Hay quienes te aportan la
esperanza del verde; la pasión del rojo o la luz de un amarillo que brilla más
que el sol. Personas cálidas y frías. Personas del color que jamás vestirías y
personas del color que más resalta.
Hoy me he dado cuenta de que hay personas que son
como tu color preferido. De ese que te gusta cualquier tonalidad, desde el azul
más clarito hasta el más intenso. Así me gustan a mí algunas personas, con toda
su luz y con toda su oscuridad; porque todos los tonos siguen siendo azul, mi
azul preferido.
Sí, el azul es mi color preferido, y no podría
explicar por qué. Al menos no racionalmente. Quién sabe si es cosa de alguna conexión
neuronal, o sólo es que mi corazón es azulado. Mi color preferido es porque sí.
Porque cuando lo miro, me gusta. Porque de toda una paleta, siempre lo
elegiría. Porque no hay ni uno sólo tono de toda la gama que quisiera eliminar.
Y hay personas, a veces, que son para mí el azul. Que
me gustan porque sí, que las elegiría entre un millón. Y que las quiero sentir
en todos sus tonos, y no me dejaría ninguno. Ni sus días de mayor plenitud, ni
los más desastrosos. Los viviría todos, sin saltarme ninguno.
El color preferido es el que te aporta todo lo que
cada uno de los demás colores te aportan por separado. Como si los hubieran
cogido todos, triturado y fundido en uno sólo. Para llenarte el corazón así, de
un solo color pero de todas las sensaciones.
Así son algunas personas. Como el azul.
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